MÍRATE A TI PRIMERO
No me canso de repetirlo y de repetírmelo, «si no te gusta lo que recibes, párate y mira a ver qué es lo que estás dando». Lo fácil, lo rápido, lo automático es quejarse de que no recibimos lo que nos gustaría y culpar a las personas o circunstancias de nuestro entorno de ser las causantes de nuestra insatisfacción. Sin embargo, sabiendo que ésto no resuelve, no desbloquea, insistimos en perpetuarlo, de manera que cada vez recibimos más dificultades que tildamos de «injusticias».
La vida tiene un estupenda manera de enseñarnos y lo hace devolviéndonos el reflejo de nuestras acciones. Y esa es la parte difícil, querer ver que aquello que viene a tu vida, es el efecto boomerang de lo que tú previamente has enviado. Es la forma que adopta de comunicarse con nosotros para que podamos mejorar y aprender de nuestros pequeños o grandes fallos.
- Belén se queja de que su hija le reclama demasiado tiempo, que siempre quiere jugar y acaba molestando. Ella la apremia y todo termina en un conflicto. Se siente agobiada. Lo que no quiere ver es que es ella la que está abrumada y es incapaz de relajarse y ser feliz un minuto. La hija le devuelve el reflejo del malestar interior que ella siente.
- Cristina es maestra de primaria, se lamenta de que los niños son insoportables, no la hacen caso y la desafían contínuamente. Ella está nerviosa, insegura y siempre les acaba gritando. Ella da nerviosismo e inseguridad y eso es lo que ellos le devuelven. En ella no hay amor ni alegría y es lo que le evidencian sus alumnos.
- Carmen es dependiente y está necesitada de amor. En sus relaciones busca ese amor como sabe: es sumisa para que no la abandonen y a la vez exigente y demandante por su propia inseguridad. Ella no da amor sino inestabilidad y recibe dudas y vacilaciones.
- Pablo se queja de que sus amigos quedan entre ellos y casi nunca cuentan con él. Él es vehemente e impone de malos modos sus ideas. Recibe rechazo de sus amigos.
No queremos darnos cuenta pero siempre es así: acabamos recibiendo exactamente lo que damos. Éste es un indicador fundamental porque nos ayuda a saber que muchas de las cosas que nos pasan las hemos provocado nosotros inconscientemente, aunque buscando resultados totalmente diferentes. Acepta que algo estás haciendo mal, y eso solo lo puedes encontrar dentro de ti mismo, no fuera.
Revisa tu ego y no pretendes que el otro te dé lo que a ti te gustaría porque lo que te va a devolver irá en función de lo que él esté recibiendo de ti. No hay que buscar explicaciones a lo que nos ocurre fuera de nosotros cuando allí no está la respuesta.
Si cada vez que el entorno te devuelve algo que no te gusta, que te molesta, que te altera, tuvieras el valor y la seguridad en ti mismo de mirar a ver qué es lo que hay dentro de ti que esté causando ese daño, crecerías hasta cotas inimaginables porque empezarías a encontrar «tu verdad» en forma de respuestas que todo tu entorno te está regalando con generosidad. Por eso tu enemigo es tu maestro. Aquél que más te daña te está mostrando aquello que tú estás dando. Como no puedes dar lo que no tienes, necesariamente tendrás que revisarte. Por eso debes centrar tu atención en lo que recibes, para preocuparte de lo que das.
A eso se le llama tomar conciencia. Tomar conciencia es despertar a algo en ti que siempre había estado allí y aún no te has dado cuenta.
No puedes dar lo que no tienes, para dar amor hay que tener amor dentro de uno mismo. Si eres honesto, aquello que recibas te hará comprender lo que aún eres incapaz de dar.
No esperes que la vida te devuelva una sonrisa cuando tú lo que das es malhumor, desconfianza, inseguridad, odio…
Todo te viene de vuelta y visto así ¡Qué fácil es aprender!, si quieres, ¡claro!
4 comentarios
Un buen toque para la reflexión… sí, hay que ser valiente para mirarse. Por cierto, bonita ilustración.
Gracias Mariaje. Tus comentarios siempre apoyan y motivan!
Gracias es lo que necesitaba … soy yo no el.
Gracias a ti, Carolina. La toma de conciencia es el primer paso para resolver, aprender y cambiar nuestra realidad.