¿ERES UN ROBLE?

¿O ERES UN PINO?

Este es un cuento que nos habla de la firmeza y de la flexibilidad:
En una montaña tan alta que casi nadie se aventuraba a subir, cuya cima apenas se veía pues las nubes la tapaban, solo había rocas y piedras, no había vegetación tan solo dos árboles enormes, tan altos que ni la imaginación podía llegar tan lejos. Un hermoso roble, fuerte, sólido, grandioso; y un enorme y elegante pino con bellas ramas verdes. Aunque ambos eran ejemplares impresionantes, casi todos preferían al roble, imponía su robustez.
Un día comenzó a soplar un fuerte viento cálido del sur. No era como el viento de cada día. Este podría llevarse cualquier cosa por delante. Azotaba cada vez con más intensidad y  tenía pinta de durar varios días. El roble, seguro de su fuerza estaba tranquilo, el pino, más débil dudaba. Una enorme ráfaga hizo tambalear al pino, que comenzó a inclinarse. Por su parte, el roble perdió algunas ramas y parte de su corteza, pero seguía erguido y firme. El pino dijo al roble:
– Dóblate, es mucho mejor para resistir el viento.
– ¿Doblarme? Nunca, contestó el roble orgulloso.
– Si no se doblas, sufrirás mayores daños. La rigidez no te ayudará contra el viento.
El roble no quiso ceder y doblarse. Sus ramas caían, su corteza se deterioraba, su tronco sufría. El pino decidió doblarse aún más, hasta que algunas de sus ramas tocaban el suelo. Gracias a eso, el roble pudo sujetarse, apoyándose en el retorcido tronco del pino.
Cuando el viento cesó, el roble aún recto aunque dañado exclamó:
– ¡Vaya! ¡Qué buen amigo eres! Te has doblado e inclinado al máximo para poder soportar mi peso. Te has sacrificado por salvarme la vida. Nunca lo olvidaré.
El pino aunque débil por la lucha de soportar tan enorme peso, se sentía orgulloso por su espíritu colaborador. Su alta tolerancia a las situaciones le había permitido adaptarse, ser flexible, doblarse y de ese modo salvar dos vidas (la suya y la de su compañero). Notó que su autoestima y su autoceptación era mayor que la del rígido roble, que incapaz de doblegar su firmeza prefirió ponerse en peligro.
Con los años, el pino consiguió enderezarse y ambos se convirtieron en los mejores amigos.

¿Eres roble, o eres pino? Busca el equilibrio.
La excesiva flexibilidad lleva al sometimiento.
La excesiva firmeza a ejercer la autoridad.
Busca en ti tu autoestima como ejercicio profundo de autoaceptación.

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