APRENDE A «DECIR NO»
¿Te suenan estas frases?:
– Me aburro muchísimo con mi pareja, no solo no me aporta sino que me resta, pero ¡cómo voy a dejarle! sigo con él/ella por no dañarle.
– Mi madre me hace la vida imposible, me asfixia, me roba la vida pero… en el fondo me da pena y no me independizo de ella por no dañarla.
– Mi amiga me invade, me avasalla, no respeta mi intimidad, me trata fatal y me tiene de postre; aunque en el fondo es maja, por eso sigo permitiendole que me trate así y no digo nada para no hacerla daño.
Cada vez que permaneces con alguien o le consientes porque te da pena, estás matando una parte de ti mismo, esa parte que quiere ser independiente y libre para hacer o decir, esa parte que quiere vivir a su manera siendo simplemente quien es, esa parte que busca la felicidad natural que le corresponde.
Nos han enseñado a callar, a tragar, eso conduce a la sumisión y a la degradación del propio ser. Ese es uno de los orígenes de nuestra baja autoestima, que más allá, ante ciertas personas de autoestima nada de nada.
Y ¿Porqué callamos y aguantamos?, porque nos dijeron que así seríamos buenos y nos querrían más. Seguimos buscando el reconocimiento y el cariño en manos de los demás creyendo que si nos lo dan nos valoraremos y nos querremos más. Pero ya todos sabemos por experiencia que esto no ocurre jamás y que no compensa el tremendo daño que nos hacemos soportando lo inaguantable, tan solo por recibir una valoración que como no llega nos empuja a rebajarnos y a mendigarla.
La palabra «NO» existe justamente para eso. Para que No hagas lo que no quieres hacer, para que NO transijas con lo que es inaceptable de acuerdo a tus principios, para que NO desgastes tu vida y energía en causas insalvables.
Es muy importante que tengas en cuenta todo lo que dañas en ti por no decir un NO a su debido tiempo para «no dañar». Porque además de lo dicho, debes integrar, que actuando así es como más dañas. Dañas por no hacer saber al otro lo que te hace sentir y como te hace sentir. Dañas por no dejar que evolucione y sufra lo que necesita en su proceso. Dañas por salvar lo que no está en tu mano salvar.
Cada vez que digas: «No lo hago por no dañar», recuerda el desgaste que creas en ti y el flaco favor que haces al otro. Implícate. Exprésate. Haz algo por ti. Di NO las veces que sea necesario, pero sobre todo DI NO A SEGUIR DAÑÁNDOTE MÁS.
Puedes ir de bueno porque así es como crees que debe ser para no sentirte culpable, pero tu niño interior sufre daños que habrás de reparar.