TU PARA QUÉ, TU FINALIDAD
Todos buscamos un PARA QUÉ, una finalidad, algo que de sentido a nuestra vida.
Estudiamos, trabajamos, nos enamoramos, tenemos hijos. Adquirimos cantidad de conocimientos y acumulamos experiencias… pero nos falta algo. Nos falta dar sertido a lo que hacemos.
Hemos interiorizado que debemos obtener un cierto estatus social, eso garantizará un sentido a nuestra existencia. Así nos afanamos en cumplir objetivos, en marcarnos nuevos retos, en tratar de localizar algo que nos haga brillar frente a los demás. Se nos olvida lo más importante, nuestro estatus personal.
Encontrar tu PARA QUÉ, no es fácil, porque nadie te puede decir lo que es. Nadie está dentro de ti. Debes ser tú, alejarte de los prejuicios sociales, de las normas impuestas, de lo que está bien visto, del qué dirán.
En el fondo todos sabemos lo que nos hace sentir bien, pero nos paraliza el miedo al rechazo, a salirse del rebaño, al yo no puedo, yo no valgo. ¿Recuerdas aquello que querías ser de pequeño, antes de los seis años? Entonces tenía todo el sentido del mundo. Si lo recuerdas, trata de acercarte a ello, de soñarlo, de imaginarlo.
Cuando te entregas a algo con ilusión, nada te puede parar. No existe el tiempo ni los días de la semana. Eres tan feliz desarrollándote, evolucionando que ni piensas en el dinero, que bajo estas premisas, siempre acaba llegando.
Sin embargo, parece que las cosas que nos resultan fáciles, sencillas, que nos divierten y nos causan el mayor placer, las tenemos que alejar. Nos impedimos acercarnos a ellas porque no nos cuestan esfuerzo, no exigen sacrificio, no precisan de nuestro exhaustivo control. «La vida no puede ser tan fácil ni tan bonita», pensamos equivocados.
Enamórate, pon pasión a tu vida, ten un amante. Ese amante que te devuelva la pasión, puede ser tu pareja, pero también lo puedes hallar en la escritura, en el yoga, en la pintura, en la comunicación, en el apoyo a causas justas, en procurar el bienestar de los menores, en contribuir a una educación mejor, en una investigación científica, en la filosofía, en la música, en crear lazos de amistad, en el baile, en conectar con tu parte más espiritual. La única condición que se precisa es que te hagas novio de la vida, que sientas que lo que haces te apasiona, te llena y te hace vibrar.
Estamos aquí para ser felices experimentando emociones. Cada uno lo es a su manera. No hay dos personas iguales, que sientan lo mismo, que busquen lo mismo. Los matices son infinitos. Vamos a empezar a dar más importancia a lo que nos dice el corazón y a aparcar la mente.
No hay nada más bonito que poder decir: «Me dedico a hacer lo que más me gusta» Entonces, tu vida sí cobra sentido. Eso es la plenitud.
La vida tiene el sentido que tú le quieras dar.
7 comentarios
Me viene al pelo!!! Muchas gracias!
Gracias por tu comentario, efecto mariposa. Celebro que te venga bien!
excelente….me encanta tomo consciencia….gracias
Gracias Yuraima!
Gracias Yuraima!
Para mi, ahora, el sentido de la vida es no andar dando vueltas buscandolo. Tan sólo se trata de dejarse llevar por ella.
Fluir con la vida en libertad, soltando pesos muertos y encontrando verdad. La vida siempre te dirige a tu camino. Gracias por tu comentario!