¿SOLO SABES DAR?
Hemos sido educados en el DAR y nos han hecho sentir culpables si tenemos que PEDIR. Hasta el punto que preferimos no pedir nada para ocultar nuestras necesidades. Esta actitud nos aleja de la autenticidad, para mostrar una cara al exterior por la que ser reconocidos. » Es tan buena persona…, siempre está dando». ¿Te suena de algo? Es una frase que de tanto oír se ha grabado en nuestro subconsciente. Todos queremos que nos valoren, por eso sentimos la necesidad, a veces impulsiva de dar.
Quiero plantear aquí una reflexión, para tratar de modificar un concepto que lejos de hacernos tan generosos como nos gusta pensar, más bien nos acerca a la soberbia:
Si yo siempre doy y nunca pido, hago sentir al otro que yo no tengo necesidades, pero él sí.Él me necesita a mi, pero yo a él no, porque siempre doy y nunca pido. Eso es plantar una semilla de soberbia que poco a poco va creciendo y me hace sentir en algunos aspectos superior a los demás. Al final confundiré la seguridad en mi mismo y la generosidad, con la necesidad de dar para complacer mi ego vanidoso.
¿Por qué no pedimos?
1. Para no mostrar necesidades: te sientes superior al otro porque posees algo de lo que él carece
2. Por si cuando pides te dicen NO: no quieres saber si el otro merece tu cariño para no desilusionarte. Dejas la puerta abierta a las manipulaciones con la intención de luego poderte quejar. «yo siempre dando, y al final me ha salido rana».
Debemos abandonar estas actitudes insanas para ganar autenticidad. Deberíamos dar y pedir en la misma proporción.
Cuando damos, por mucho que digamos que no buscamos nada a cambio, no es cierto. Siempre nos creamos algún tipo de expectativas y esperamos que en algún momento la otra persona nos responda. Si luego no lo hace nos decepcionamos, desilusionamos y comenzamos a ser desconfiados con terceros. Recuerda que la otra persona no tiene una bola de cristal que adivine tus necesidades o expectativas. No te quedes esperando su respuesta, pues sois diferentes, cada uno enfoca e interpreta la vida de maneras diferentes y no puedes pretender que complazca tus deseos si antes no se los has hecho saber.
Si empiezas a pedir, podrás comprobar la cantidad de personas que estaban deseando darte pero no las habías dejado hasta ahora. También comprobarás que hay otras personas que pretendían utilizar tu necesidad de dar para sacar provecho. Es el modo en que podrás colocar a cada uno fuera o dentro de tu sistema de pertenencia. Sabrás de qué pié cojea cada uno y con quién puedes contar en determinadas situaciones de tu vida.
Es lo justo y razonable que debes hacer por ti mismo, desde la honestidad y hacia el reconocimiento y la gratitud.
Aprende a pedir con naturalidad, y no esperes recompensas cuando das. Entrarás en contacto con tu equilibrio natural.
10 comentarios
Hola Arancha, te escribo por primera vez y espero que no sea la última. Solo me gustaría darte mi punto de vista. Si, efectivamente me siento bastante identificada con el tema de dar y del hecho de que me cueste mucho menos dar que recibir, sin lugar a dudas.
Pero, lejos está de mi cualquier atisbo de vanidad o de superioridad ante el otro.
Es un tema en el que he reflexionado bastante porque me ha costado aceptar el problema que tenía, y que sigo teniendo, aunque intento que se me note cada vez menos, es decir aceptar que otros me quieran dar.
Es posible que exista una expectativa cuando doy, pero que no va más allá de poder servir y hacer que alguien que necesita algo que tú le puedes dar, sea feliz. O hacer tú con alguien algo que te gustaría que te hicieran. Pero no porque a la persona que le estés dando quieras que algún día te lo pague.
Se, que esto puede sonar como una contradicción al hecho de no pedir, pero yo así lo siento. Pues hay veces que naturalmente pido.
Lo que sí he aprendido (sí, he aprendido) a dar, sin esperar a recibir nada a cambio, por el hecho de dar, porque te sale y te sientes bien haciéndolo.
Un blog muy interesante que iré visitando con frecuencia, pues se que tengo un conflicto importante con mis emociones.
Muchas gracias__Mara__
Gracias Mara por tu comentario. Entiendo lo que me dices, pues a menudo suscita dudas el hecho de que se llegue a la soberbia cuando uno no pide. Sin personalizar en tu caso concreto (cada persona es un mundo y diferente a las demás), lo cierto es que a nivel inconsciente el hecho de no pedir y siempre dar, otorga un cierto grado de superioridad. No es algo consciente pero la semilla se va sembrando y en algún momento puede aparecer un ápice de esa soberbia en algún comentario o comportamiento externo sin que uno llegue a percatarse. Es importante quererse ver por dentro. A veces nos encontramos con cosas que no sabíamos que estaban en nuestro interior. El mejor remedio para prevenir es tener la humildad de pedir. Algo muy saludable para todos. Eso si, hay algunos que solo piden y nunca dan. Ese es el caso de las personas interesadas que cambian amor por alegría.
Espero tus comentarios en otros temas.
Un beso,
Arancha
perdon Arancha ! que significa cambiar amor por alegria?( natalia de bs as)
Hola Natalia. Cuando el estímulo es de amor (espacio seguro) y sentimos alegría, no estamos valorando al otro, o lo que el otro hace por nosotros, tan solo celebramos la ocasión con oportunismo y mostrándonos interesados. Es decir, es considerar que todo está a tu alcance sin tener en cuenta a la persona que se ha esforzado por ti, o te ha motivado o te ha cuidado. Como si la suerte te cayera del cielo. Tú lo celebras y el otro da. Lo justo es compartir ese espacio seguro y agradecer en la misma proporción. Ambos después pasaréis a la alegría. Lo que no vale es que uno de y el otro se lo disfrute y se aproveche del que da. Ambos dan y reciben y ambos celebran.
Gracias!
muy bonito, la alegría de ser humilde es también saber recibir sin soberbia.
podemos ser humildes de aspecto, pero no de corazón y en forma oculta, buscamos notoriedad, y reconocimiento a lo que hacemos, eso no sirve.
Desde la humildad y sencillez interior es desde donde podemos dar y pedir en equilibrio. Esa es la autenticidad, lo otro son máscaras que siempre resultan falsas y no creíbles.
Gracias!!
Arancha, te agradezco y admiro tu trabajo. Ese equilibrio del que hablas entre el dar y el recibir, verdaderamente es motivo de seguir mejorando en nuestro proyecto personal de vida. He querido compartir contigo una historia familiar que lastima aún mi interior, mis emociones, mi tranquilidad. Hace 9 años nació una niña,mi nieta, fruto de una relación amorosa entre dos adolescentes. Con 16 años mi hijo se convirtió en papá, la novia, menor de 15 años se enfrentó a nosotros y prefirió seguir hacia adelante con el embarazo. Ha sido muy duro llegar hasta aquí, como era de esperar la pareja rompió y me hice cargo de la bebé de 24 meses. He ejercido de madre sin serlo y sin reconocimiento moral. Mi opinión poco valía, las decisiones las seguían tomando dos jóvencísimos e inexpertos que había que sumar sus disputas de padres separados. Una mañana al escuchar unas impertinencias muy gordas, exploté dando dos gritos a la madre de mi nieta, me salieron desde una profundidad de mi pecho, desde un desgarro tan amargo, quedé tan destruida a comprobar que esta joven nunca había sentido un mínimo aprecio, ya no digamos agradecimiento, me hubiese conformado que me tratara como a sus otras amistades. Todo lo contrario avisó a su padre y éste me amenazó por teléfono.
La niña viene de visita pero llora para que la devolvamos a su casa con su mamá, su hermanito y su papá, si su actual pareja ha sustituido a mi hijo, llora por irse junto a su famila. No voy hablar de manipulación, he expuesto solo los hechos. A día de hoy, mi familia compuesta por mi marido, mi hijo y yo vivimos en nuestro hogar con nuestras ocupaciones y atendemos a nuestra preadolescente de 9 años, sin tener en cuenta tanta provocación. La satisfacción que sienten las personas dañinas es similar a la perseguida por un psicópata, es decir , disfruta haciendo el mal,no empatiza, no verbaliza la gratitud ni el perdón. Arancha, de todo ésto me llevo como resultado positivo el acercamiento que se ha producido entre mi hijo y yo, con 26 años ha comprendido que la vida tiene sus reveses, me enorgullece que me diga que el no puede forzar a su hija a cumplir las visitas, dice que él si cumplirá siempre con la pensión de manutención más gastos extras.
Seguiré leyendo tus reflexiones, un abrazo, y decirte que mis estudios de psicología me han ayudado a no tirar la toalla nunca. Gracias
Muchas gracias por compartir esa parte de tu vida conmigo. Para empezar, esos dos gritos que te salieron son la manifestación de una rabia contenida desde hacía mucho tiempo. La rabia, para que sea auténtica y consiga su finalidad de hacer justicia, ha de expresarse con tranquilidad en el momento. Si se acumula, nos va destruyendo por dentro, nos llena de rencor y acaba saliendo como explosiones cargadas de odio. Tú estuviste tragando y aguantando algo que hubiera sido mejor expresar desde el principio.
Las creencias sobre el bien y el mal que arrastramos desde pequeños, muchas veces nos hacen dar a los peores, a los que menos lo merecen a los interesados que jamás valorarán ni agradecerán nuestros actos. Ese es un error desgraciadamente muy común. Es mejor decir un NO a tiempo que tragar y aguantar una situación que no te corresponde, tratando de ayudar, de callar por no llorar porque al final lo que recibimos es ingratitud e incluso desprecio.
Ahora tu trabajo es aceptar que diste amor y espacio seguro a quien no lo merecía, que te hiciste cargo de la responsabilidad de otros, que te cargaste de tareas. No supiste hacerlo de otro modo pues sentiste que era tu deber.
Además de lo maravilloso de acercarte a tu hijo, también hay un aprendizaje importante para ti: no dar miel a los cerdos, porque jamás lo valorarán. Y efectivamente, ellos que sigan queriéndose salir con la suya. Esa es la actitud del odio que deben tener las 24 horas del día en su interior, mientras tú solo debes dar a quien lo merezca y expresarte y reaccionar ante cualquier abuso o manipulación sin tragar nada.
Un beso!
Gracias por tu trabajo. Un equilibrio entre el dar y el pedir. Saber decir gracias, y perdón, dedicarnos tiempo más que cualquier otro regalo. Tomarnos la medida y protegernos de los "caras", de los poca verguenzas, de los insaciables, de los eternos inmaduros. Reforzemos comportamientos sencillos de gente sencilla que disfruta de lo importante de la vida y no crea problemas sino soluciones. Ante estos últimos mi generosidad siempre la tendrán porque me hacen la vida fácil y más grata.
Así es, saber discriminar quien merece nuestra entrega y quien no, nos conduce a la sabiduría.
Gracias por tu comentario.