EL FRACASO NO EXISTE
Desde que nacemos, desde nuestro primer contacto con la vida ya estamos aprendiendo. Es para lo que venimos a este mundo, para evolucionar, para desarrollarnos y aprender. No he encontrado ninguna otra manera de aprender que no sea a través de nuestros fallos.
Por eso, para mejorar es importante ser consciente de la necesidad de confundirnos, de equivocarnos para de ese modo, poder rectificar y archivar cada nuevo aprendizaje en nuestra memoria en forma de experiencia. Acumular experiencias basadas en aprendizajes nos convierte en seres humanos conscientes de nuestro proceso de evolución.
La persona que no se quiere confundir nunca, que pretende no errar, que precisa ser perfecto para los demás, es una persona que no aprende, que no es consciente de que su motivación como humano es evolucionar. No se desarrollará porque desperdiciará oportunidades. Cada fallo es una oportunidad de mejorar.
Desde ese punto de vista, es tranquilizador saber que podemos eliminar de nuestra vida ese irracional miedo al fracaso. Pues el fracaso no existe. Si lo piensas bien, ¿qué es el fracaso?. No es más que la pérdida de una expectativa. Esperabas que sucediera algo que nunca ocurrió. No te frustres ni te hundas. No desperdicies tan valiosa ocasión de aprender. Cuando te sientas fracasar, conecta con tu inteligencia, piensa, analiza, reflexiona, localiza opciones y soluciones que te permitan reparar esa pérdida de expectativas. Vé a la esencia de tu conflicto interior e invierte ese sentimiento de frustración por el despertar de algo nuevo que nace en ti, que te reportará innumerables beneficios.
La única emoción capaz de reparar un error es la tristeza, que detecta las pérdidas y rápidamente conecta con la causa que originó el conflicto para mejorarlo y así poder aprender de él. Es la emoción que despierta tu inteligencia y tus ganas de aprender.
Como dice Robert Kiyosaki: Si aún no tienes éxito, es porque no te has confundido suficientes veces.
Confundirse, equivocarse, fracasar, errar en el camino es aprender. Y esto es algo que nadie puede hacer por ti. Un error te puede llevar a encontrar alternativas que ni imaginas mientras no intentas no confundirte jamás. A partir de ahora, siéntete afortunado cuando vuelvas a fracasar.
4 comentarios
Buenísimo, gracias!!!
Gracias efecto mariposa. Celebro que te haya gustado!!
No sólo me ha gustado el texto, sino que me ha emocionado y me ha abierto un poco los ojos.
Una vez dicho esto, me gustaría plantear una reflexión un tanto personal.
Con el paso de los cursos en la universidad, he llegado al punto en que no es que me dé miedo el fracaso, referido éste a los suspensos en las asignaturas, sino que no acepto el fracaso que para mí supone el recibir un suspenso. Y ésto me hace siempre replantearme todo.
No sé si la no aceptación es lo mismo a tener miedo al fracaso, o es algo diferente.
Me gustaría saber tu opinión Arancha. (Discúlpame por tutearte.)
Gracias.
Muchas gracias! Lo que me planteas es un tema de autoexigencia y perfeccionismo (en otro post hablo sobre el perfeccionismo). El fracaso no te gusta, pero entiendes que es necesario. Sin embargo aceptar que no has aprobado, que no has dado la talla, es lo que no llevas bien porque estás lleno de exigencias contigo mismo. Te mides (contigo) y no te puedes fallar a ti mismo, porque eso te hace menos que otros. La autoexigencia es un sabotaje porque nunca conseguiremos hacerlo todo perfecto, siempre habrá algo por lo que fallemos. Eso nos hace débiles y vulnerables y nos hace sentir que no estamos suficientemente preparados, que necesitamos más… nunca encontraremos satisfacción. Permítete fallar y ser imperfecto. Una vida llena de exigencias es muy infeliz además de mediocre. Acepta el fracaso como vía de aprendizaje y disfruta más.
Gracias!