SI NO SABES ESPERAR…
Debemos aceptar que en general somos bastante impacientes. Queremos algo y lo queremos ya!
Hace poco, una seguidora de este blog, contactó conmigo para comentarme un problema que la hacía sentir incómoda. Yo la contesté, haciéndola ver las emociones que no estaba utilizando bien y las disfunciones que se habían producido. Ella me lo agradeció y me preguntó algo más. Ese segundo mensaje, no lo vi hasta el día siguiente en que además había un tercero que decía: «esperaba haber visto la contestación esta mañana, estaba tan ilusionada esperando tu respuesta…»
Cuando ansiamos algo, no somos capaces de esperar el tiempo necesario para que nuestro deseo se materialice. Parece que se agotara el tiempo y necesitaramos obtener la recompensa inmediata.
La impaciencia se relaciona con la alegría inflada, la del: compláceme y date prisa en hacerlo. No nos damos cuenta pero podemos llegar a agobiar a otras personas con tanto apremio, incluso llegamos a ser exigentes. Durante el tiempo que dura nuestra impaciencia, no nos estamos viendo a nosotros, no permitimos ver qué enseñanza podemos aprender por el camino. Sencillamente queremos el resultado.
Cuanto más te impacientas, más se retrasa la respuesta que esperas. Recuerda situaciones tuyas personales y comprueba que es así. Una vez te rindes y abandonas tus urgentes expectativas, es cuando el resultado llega. Justo cuando no lo estás buscando.
Así es como debe ser, porque la vida no es un resultado. Es un cúmulo de aprendizajes que vamos adquiriendo en nuestro caminar a base de experiencias. Unas serán positivas, otras no tanto y de éstas últimas es de las que más podemos aprender.
Cuando sientas el apremio por conseguir un resultado, una respuesta, una llamada… el mejor consejo que te puedo dar es:
- – Párate y mírate. ¿No te ves ridículo con tanta urgencia? Comprueba que estás fuera de tu centro, de tu equilibrio, que no eres tú. Te muestras como alguien merecedor de su capricho a toda costa y por encima de todo. Aquí el ego se vuelve muy potente.
- – Analiza qué emociones te han llevado hasta allí. ¿Es deseo de poder? ¿Es puro capricho? ¿Es para demostrar al mundo lo que vales?
- – Revisa el estado del amor por ti y por tu existencia. La impaciencia solo mide el interés personal por conseguir algo rápido, pero no tiene en cuenta la entrega a lo mejor de uno mismo. De hecho tú te retiras para que el ego usupador tome el puesto del amor, cariño y cuidado que te debes a ti mismo.
- – Comprueba que la impaciencia te aleja de la alegría auténtica, la del fluir, la que se quita pesos muertos y se libera, la del soltar para permitirse disfrutar.
Luego decimos que lo que queremos es ser felices. ¿Tú crees que siendo impaciente lo vas a conseguir? Justamente te alejas de tu plenitud, porque por mucho que consigas a base de prisas no lo sabrás valorar y necesitarás más.
La impaciencia es lo que más ansiedad y estrés causa, además de retrasar la obtención del objetivo. Nos convierte en seres que no saben disfrutar, ni vivir, ni ilusionar. Y lo más probable es que lo resultados que obtengas no se parezcan en nada a los esperados.
Permite que cada cosa ocurra en el momento perfecto porque no todo depende de ti. Asume que en realidad tu urgencia no es tan importante, como aprender de ti y de tus expectativas y exigencias.
3 comentarios
Me encanta Arancha!
Como siempre, me llega en el momento justo. Un mensaje muy aleccionador para esta IMPACIENTE (guiño guiño).
GRACIAS DE CORAZÓN
¡¡¡¡Me ENCANTA Arancha!!!!!
Sabía que encontraría un mensaje muy aleccionador y me hiciese sentarme y recapacitar ( ya sabes como soy guiño guiño jijiji).
Un besazo enoooooooorme y UN MILLÓN DE GRACIAS POR COMPARTIR ESTE GRAN MUNDO DE LAS EMOCIONES.
Celebro querida Terety que este post sobre la impaciencia te ayude a recapacitar sobre ti y sobre esos resultados que tanto ansías y nunca llegan. Solo llegarán en el momento en que tú estés dispuesta y preparada para ello.
Un beso muy fuerte!